El regulador reclama un mínimo de 169.000 millones de instrumentos que absorben pérdidas.

La banca española ha repetido un mantra durante la última semana. Son inmensamente más fuertes que en 2008 para afrontar una eventual crisis financiera. Lo cierto es que la presión de los reguladores desde la anterior crisis ha forzado a las entidades financieras a que construyan un colchón anticrisis que asuma pérdidas ante un cataclismo financiero y no fuerce nuevos rescates públicos. De acuerdo a las últimas cuentas anuales, a cierre del pasado ejercicio, los seis principales bancos españoles cuentan con un colchón anticriris de más de 213.000 millones de euros, 43.000 millones más de lo que exige el Banco Central Europeo (BCE).

Decía Karl Marx que la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como farsa. A la espera de ver cómo se resuelve la sacudida en los mercados financieros de las últimas semanas, si como una nueva crisis financiera o como un susto, el sector financiero español se asienta sobre un cómodo colchón. De la anterior crisis las autoridades financieras salieron con la convicción de que aquello no se podía volver a repetir. Y por ello diseñaron un sistema de rescate interno de las entidades financieras (bail-in, en la jerga), para que nunca más los Estados tuviesen que socializar las pérdidas de los bancos ante nuevas crisis financieras. Un esquema que la crisis de Credit Suisse ha puesto a prueba.

Este teórico sistema de rescate interno establece que los accionistas y bonistas de un banco sean los encargados de su rescate ante un cataclismo. Este esquema, conocido como MREL, se divide en tres niveles. El primero que saltaría por los aires ante una crisis lo constituye el capital, llamado CET 1, más las reservas que arrastran los beneficios de años anteriores. Es la primera arma que se activaría en caso de tener que absorber pérdidas rebajando sustancialmente su valor nominal.

En base a las cifras aportadas por las propias entidades, ese CET 1 cuenta con más de 160.000 millones en fondos propios. Las entidades presumen precisamente de unas elevadas ratios de capital. De acuerdo a las normas de Basilea II, las entidades españolas cuentan con una ratio de capital CET 1 fully loaded superior al 12%. En el segundo escalón está el Aditional Tier 1. Se trata de los bonos híbridos o, como se llama en la jerga financiera, cocos (bonos contingentemente convertibles). Estos se convierten en acciones si la ratio del capital de máxima calidad de los bancos cae de un determinado nivel. La banca española cuenta con más de 20.000 millones emitidos en este tipo de bonos. En tercera línea de fuego está el llamado Tier 2, constituido por la deuda subordinada, que en la banca española suma cerca de 30.000 millones.

Las entidades acumulan entre estos tres compartimentos 213.490 millones que podrían absorber pérdidas. La cifra está muy por encima, un 25%, de lo que exige el BCE. Pide apenas 169.000 millones, por lo que el sector español puede presumir de tener 43.000 millones más que las exigencias del regulador.

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Fuente: Cinco Días