Moody’s alerta de que el Brent podría subir hasta los 150 dólares.
El IPC cerraría el año 2022 en el 6,5%, según prevé Funcas.
Las consecuencias económicas que tendrá el conflicto armado que terminó de estallar ayer en Ucrania son todavía difíciles de anticipar de forma exacta. Lo que sí parece claro es que la escalada bélica impactará de lleno sobre indicadores clave como la inflación, echando por tierra las proyecciones macroeconómicas previstas para España y el conjunto de la Eurozona durante 2022. Los precios podrían repuntar un 6,5% a lo largo del año y el alza del PIB prevista se frenaría sin remedio.
La agencia de calificación Moody’s advirtió ayer de una posible recesión global y de la subida del Brent hasta los 150 dólares por barril en caso de que la invasión por parte de Rusia se prolongue en el tiempo. Se trata, sin embargo, de una posibilidad de calado medio, pues la apuesta de la entidad es que la guerra concluya pronto.
En el peor escenario que la agencia de calificación baraja, Kiev es ocupada y Rusia instala una nueva Administración en el país, lo que produce un largo periodo de conflicto. Occidente impondría severas sanciones que incluirían prohibiciones de importación y exportación, y en respuesta las compañías rusas de petróleo y gas cortarían el suministro a Europa. Esto traería consigo efectos de segunda ronda; la inflación se dispararía hasta el 10% y retrasaría, en definitiva, la recuperación económica de la región tras la pandemia.
Rusia suministra cerca del 40% de gas natural que consume la UE y una cuarta parte del petróleo. La gran dependencia que tiene la Unión del Kremlin hace que, incluso si el conflicto se resuelve pronto, Europa retrase su recuperación y mantenga una inflación por encima del 6% durante gran parte de 2022, según los analistas de Moody’s, que en cualquier caso consideran que habrá una interrupción temporal del suministro de ambos combustibles.
La UE no está en su mejor momento para encararse con Rusia. Sus reservas de gas están a menos de una tercera parte de su capacidad, lo que augura un invierno difícil. La situación actual del mercado es, según la agencia calificadora, un claro recordatorio de la urgencia que tiene el bloque por diversificar sus proveedores, no en vano, diversos líderes políticos han acusado ya a Vladimir Putin de reducir el suministro con el fin de obtener una ventaja política.
El papel que tiene Rusia en la economía global también afectaría la cadena de suministros. Moscú produce alrededor del 6% del aluminio a nivel global y el 7% del níquel, lo que afectaría la producción mundial en caso de que decidiera cortar el abastecimiento. A esto se suma Ucrania, gran suministrador del neón y otros materiales que se utilizan en la fabricación de chips. También está el asunto del precio de los alimentos. Rusia es el mayor productor del trigo del mundo y junto con Ucrania, representa casi una cuarta parte de las exportaciones mundiales.
Sus repercusiones en la inflación a largo plazo obligarían al Banco Central Europeo a mantener en mínimos los tipos de interés hasta por los próximos tres años. Algo en lo que concuerda el banco de inversión suizo UBS, quien considera que además de mantener la tasa de refinanciación, el organismo se esforzará porque los Gobiernos aumenten su apoyo fiscal y limitará el aumento de los precios de la energía en los hogares.
Fuente: Cinco Días
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