950 27 51 00 / 646 07 30 94 meri.lopez@asensioas.es

En un entorno marcado por el cambio continuo, hay una serie de amenazas que quitan el sueño a los directivos a nivel global.

Vivimos en un mundo interconectado en el que cualquier situación crítica o conflicto puede tener efectos negativos en la buena marcha de las empresas y en la operativa de los negocios. A veces, la evolución de la compañía depende de las expectativas que se tienen sobre el desarrollo de la economía nacional e internacional o de posibles crisis que afecten a un colectivo relevante de clientes o a un grupo de proveedores de servicios estratégicos para la firma. Sea como sea, los riesgos empresariales están ahí y es indispensable conocerlos en detalle, reflexionar sobre cómo afectan a la organización, informarse de las distintas alternativas y soluciones que hay disponibles en el mercado para afrontarlos y, finalmente, gestionarlos.

La gestión de riesgos empresariales es una de las principales preocupaciones de los líderes directivos. Estas amenazas son de distinta índole y pueden tener distintas consecuencias en el desarrollo de la actividad. De acuerdo con el último informe “Risk & Resilience: Riesgos de la Dirección 2024”, que elabora Beazley en base a las respuestas de 3.500 directivos a nivel global, hay cinco riesgos que preocupan especialmente a los máximos responsables empresariales, al que se añaden los ciberrriesgos o los ataques informáticos. Son los siguientes:

1. Los crecientes riesgos laborales.

Los cambios regulatorios constantes en el área laboral, el uso de la inteligencia artificial para los procesos de selección y contratación de nuevos profesionales, el trabajo híbrido y la captación de talento de la Generación Z ha hecho que el 23% de los ejecutivos encuestados mencionen el área laboral como una de las que más les preocupa en términos de riesgos empresariales.

Por otra parte, el reto de contar con plantillas más diversas y de mejorar los niveles de inclusión en las empresas ha derivado en que el 26% de los ejecutivos se esté planteando revisar las políticas de contratación y retención en su lugar de trabajo. Sin duda, en 2025 este será un foco de preocupación para todo tipo de empresas, también para los despachos de abogados.

2. Riesgos para la reputación corporativa.

La construcción de una marca sólida, coherente con los valores que representa y bien posicionada frente a sus públicos de interés es algo que lleva tiempo y mucho esfuerzo, pero que se puede romper en solo unos pocos segundos. De ahí que el riesgo reputacionales también sea una de las principales preocupaciones de los altos cargos de las empresas.

Lo cierto es que cualquier crisis o conflicto puede dar al traste con todo el tiempo y esfuerzo dedicado a mejorar la reputación corporativa. La respuesta que se ofrece y los planes de crisis, que en muchas ocasiones fallan en lo relacionado con la gestión de la comunicación y la marca, tienen un impacto significativo en este intangible. Los directivos prestan atención al activismo, a las cuestiones sociales y políticas y a las reivindicaciones que afectan a sus públicos de interés, especialmente a sus clientes, para no perder de vista las amenazas que afectan a la marca de la empresa.

Por ello, el 20% de los directivos identifican el posible daño a la reputación de marca y la pérdida de confianza en la empresa como el principal riesgo empresarial. A ello se suma que cerca de un 25% de los ejecutivos que han participado en el informe cree que su organización no está adoptando las medidas necesarias para afrontar esta amenaza.

3. Riesgos de sobrecarga regulatoria.

La regulación puede acelerar la actividad de las empresas, la innovación y el lanzamiento de nuevos servicios, pero también se puede transformar en una madeja en la que la la empresa se enrede. ¿La consecuencia? Incremento de costes y pérdida de competitividad en un mercado global altamente competitivo. Especial mención tienen las nuevas normativas en los sectores ESG -medioambiental, social y de gobernanza-, así como las vinculadas al desarrollo de la IA, con requisitos más estrictos y más difíciles de cumplir, sobre todo para las compañías de menor tamaño o para aquellas que operan en distintas jurisdicciones.

En torno al 24% de los directivos prevé que los posibles incumplimientos de estas normativas se transformen en riesgos de calado para su negocio en este nuevo ejercicio, mientras que el 26% reconoce que no cuenta con las herramientas necesarias para anticiparse y responder a este riesgo.

El 67% de los ejecutivos globales califica esta regulación como excesivamente compleja, mientras que el 70% advierte de la necesidad de recibir más orientación por parte de los reguladores.

4. Riesgos cibernéticos.

Según un informe específico de la aseguradora Beazley titulado “Risk & Resilience: Spotlight on Cyber & Technology Risk”, el reto de la gestión de riesgos cibernéticos sigue preocupando a los directivos, aunque algo menos que en ediciones anteriores de la investigación: a pesar de un panorama marcado por una actividad creciente por parte de los ciberdelincuentes, sólo el 29% de los ejecutivos con sede en España clasificaron los ciberriesgos como su principal preocupación este año.

Además, el 83% de los directivos de empresas españolas sostiene que los sistemas de ciberdefensa son suficientes para hacer frente a un ciberataque, mientras que el 23% de las compañías tiene previsto invertir en medidas de ciberseguridad este año. Adicionalmente, el 30% tiene la intención de explorar opciones de pólizas que incluyan servicios de gestión de este tipo de riesgos.

5. Riesgos asociados a la cadena de suministro.

Las posibles huelgas o parones de los sistemas de transporte pueden poner en jaque la actividad de numerosas empresas no solo por falta de productos que poner a la venta, sino también por roturas en la cadena de suministro que afecten a proveedores que no puedan dar servicio a la compañía. Y es que si por algo se caracterizan los sistemas logísticos y de suministro es por la capilaridad de su interconectividad.

El reto está en crear planes con medidas de protección de las operaciones, con cláusulas contractuales supervisadas al detalle y con planes de comunicación de crisis enfocados en los distintos grupos de interés (clientes, inversores, socios, etc.), así como en la revisión y auditoría de los actores que intervienen en la cadena de suministros con el fin de detectar posibles debilidades y vulnerabilidades.

Además, será necesario idear planes de contingencia para saber cómo responder ante este tipo de crisis y desarrollar simulacros periódicos para que todo el equipo sepa cómo actuar y cuál es su rol en caso de que se rompa la cadena de suministro. De esta manera, la firma tendrá un nivel de resiliencia superior frente a este tipo de escenarios.

6. Riesgo de responsabilidad civil.

Por último, se menciona la responsabilidad civil de los directivos, provocada por los siniestros provocados por un mal proceso de toma de decisiones o por malas prácticas desarrolladas por los administradores, consejeros y directivos.

En este caso, los riesgos van desde los errores contables en los estados financieros al incumplimiento de los objetivos, una mala respuesta en caso de ataques informáticos o la interrupción de la actividad por algún acceso indebido o bien por una rotura en la cadena de suministro. Tanto los inversores como otros públicos de interés pueden exigir una compensación a la empresa por los daños causados y acudir a los tribunales en busca de una respuesta. Se trata de una amenaza en alza en 2025.

Fuente: IIILALEY. Consejo General de Economistas. (Ilier Navarro)

Ir al contenido