Los precios están subiendo más de lo que parece. Esta es la curiosa alerta lanzada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España.
Cada vez es más difícil llegar a final de mes con la constante subida de los precios de alimentos. Ya sea por huelgas, falta de suministros, encarecimiento de la energía, paros o guerras, lo cierto es que el IPC se disparó hasta el 10% en julio en España, el mayor registro desde 1985. Ante esta situación las empresas toman medidas. Tratan de mantener los márgenes sin encarecer los productos para no perder clientes. Una opción posible para bajar costes es reformular el producto con ingredientes más baratos. Pero es más fácil reducir su cantidad…
La reduflación es una estrategia que consiste en disminuir de forma casi imperceptible el tamaño o la cantidad del producto manteniendo el mismo precio o, incluso aumentándolo. Es de uso habitual en los productos opacos. Abres y.… ¡Sorpresa!. Un ejemplo típico es el de las bolsas de patatas fritas con más y más aire y menos chips, aunque afecta también a la pasta, yogures, conservas, congelados y productos de droguería como suavizantes, champús o detergentes.
Se trata de una subida de precios encubierta puesto que en la mayoría de los casos controlamos el precio del producto que adquirimos, pero no su peso.
A este fenómeno se le bautizó en la década de 2010, en los medios anglosajones, como ‘shrinkflation’, un acrónimo de ‘shrink’, que significa reducción, y ‘flation’, referido al proceso de inflación.
La primera reduflación pudo haber sido la que hizo en 1987 American Airlines, cuando ahorró 40.000 dólares al año suprimiendo una única aceituna en las ensaladas que servía a los pasajeros.
La propia Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya denunció el pasado mes de octubre que ciertas marcas estaban vendiendo menos producto por el mismo precio. “Hemos detectado que algunos fabricantes de alimentos están reduciendo el contenido de sus envases entre un 5% y un 10% para despistar a los consumidores y que no se note la subida de precio”.
Un 7% de los 238 productos analizados por la OCU han reducido su tamaño. “La táctica ha sido empleada por Pescanova (en los lomos de merluza), Danone (cinco gramos menos en un yogur), Gallo, Cola-Cao, Tulipán, y recientemente hemos visto también un par de casos en Revilla y Campofrío”, explica su portavoz Enrique García. Son pequeñas diferencias de tamaño, cuenta, como poner 10 gramos menos de chorizo en el envase y seguir vendiéndolo a un euro.
Yogures Activia (5 gramos menos); el bote de Cola-Cao (pierde 40 gramos); la margarina de Tulipán (50 gramos menos); los Doritos (5 unidades menos por bolsa) y los espaguetis y macarrones de Gallo, «que aparentan haber subido solo el 3,7% y 4,1% respectivamente, cuando en realidad, si tenemos en cuenta su nuevo contenido, han pegado un subidón del 15,2 y 15,7%, respectivamente.
En ocasiones, estos cambios en los envasados o las cantidades se argumentan diciendo que se reducen los tamaños para eliminar calorías, o que responden a una decisión comercial por las modificaciones en los hábitos de consumo, en la demanda del cliente, pero también hay razones de ahorro en costes, que pocas veces son admitidas.
¿Puede tratarse en algún caso de una práctica engañosa?
Siempre que las nuevas cantidades aparezcan reflejadas en los envases la táctica es legal, aunque «se considera un engaño porque el margen comercial sigue siendo el mismo y quien pierde es el consumidor».
Fuentes del Ministerio de Consumo indican que la vigilancia para detectar si se producen irregularidades en el sector depende en España de las Comunidades Autónomas y que no le ha llegado ninguna denuncia al respecto.
La reducción del tamaño de los productos, además de ser una práctica poco ética, a veces puede resultar más polémica que subir los precios directamente. Fue el caso de Toblerone. Su fabricante provocó el rechazo de los consumidores al poner más espacio entre los picos de las populares chocolatinas para reducir su peso y coste.
Finalmente, la empresa Mondelez International, lo tuvo que reconocer y aceptó públicamente que la decisión de cambiar la forma de la barra, con la consiguiente pérdida de su peso, estuvo destinada a mantener el producto accesible para los clientes, por los elevados costes internacionales del cacao.
Es una estrategia utilizada en periodos de crisis económicas y en etapas inflacionistas como la que vive España actualmente. La crisis aprieta y ya no basta, únicamente, con buscar los precios más baratos; ahora toca comparar y mirar con detalle cualquier producto de la cesta de la compra. Lo que hay que hacer siempre es mirar el precio por kilo o por litro, algo que la ley obliga a poner a los establecimientos comerciales.
Y un aviso a navegantes… tal y como dice Eduardo Irastorza, profesor del OBS Business School “Esto debería preocupar a las marcas, porque un cliente enfadado es 10 veces más activo que un defensor de la marca, un riesgo que no puede asumir en un momento tan crítico. Antes esto mismo podía llevar semanas en expandirse, pero en los tiempos actuales, una mala praxis corre como la pólvora en las redes sociales”.
Fuente: CISS Contable Mercantil (Ainoa Iriarte Ibargüen)