La mejora de la calidad del empleo confirma su estancamiento en 2024.
Cuando nos acercamos al tercer aniversario de la reforma laboral que más ha elevado el peso del empleo indefinido en la economía, nos encontramos con la paradoja de que los contratos temporales que se siguen firmando se mantienen firmemente instalados en la precariedad: 2,4 millones. el 36,5% de los suscritos en los nueve primeros meses del año, no superaba los siete días, mientras la ratio de conversión a fijo se quedó en el 4,9%, cuando hace un año llegaba al 5,8%. Por si esto fuera poco, la duración media de estos contratos eventuales ha retrocedido de 46,9 a 46,1 días. Menos que en 2019, cuando alcanzaban los 49,9 días.
La ha reducido la contratación temporal a su mínimo histórico y disparado la indefinida y esto se traduce en un descenso de los contratos: en 2024 se han firmado cinco millones menos que en el mismo periodo de 2019, lo que se explica porque los fijos han pasado de suponer el 9,6% del total a un 42,4%. Más contratos más estables reduce la rotación. Pero las preguntas se dirigen ahora a la calidad de esos contratos indefinidos y eventuales, cuál ha sido el verdadero efecto de la norma, y en qué escenario de precariedad nos movemos hoy en día. Y los datos apuntan que el alcance de la norma no da para más para seguir combatiendo la precariedad.
En un contexto marcado por polémicas como la de los trabajadores con contrato fijo discontinuo, la situación actual de los temporales pasa bastante desapercibida, pese a que aún sumaron 6,57 millones de contratos, el 57,6% de los realizados en 2024 y que arrojan un nuevo mapa de la ‘dualidad’ del mercado laboral con matices inesperados, como el del mayor peso porcentual de los puestos de muy corta duración.
Fuente: El Economista