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Los trabajadores por cuenta propia se enfrentan en nuestro país a muchos retos. Entre esos desafíos, encontrar financiación es uno de los más importantes.

Cada vez más autónomos necesitan asistencia económica para sacar adelante sus proyectos, invertir o simplemente cubrir los gastos de su negocio en momentos difíciles. La búsqueda de financiación puede ser un proceso complejo y muy variado, aunque lo más frecuente es acudir a las entidades financieras en busca de liquidez.

Entre las distintas opciones de las que disponen los trabajadores por cuenta propia para obtener financiación externa, los préstamos para autónomos son una alternativa muy interesante. Están diseñados para fines profesionales, por lo que sus condiciones serán más favorables para financiar cualquier aspecto relacionado con el negocio. Además, de entre todos los productos financieros a los que pueden acceder los autónomos, suelen ser los que tienen intereses más bajos, plazos de devolución más amplios y los que conceden importes más elevados.

Como desventajas, tenga en cuenta que su oferta no es muy amplia y las opciones disponibles no son tantas como en otro tipo de productos crediticios como las hipotecas o los préstamos personales.

Más aún, los préstamos para autónomos suelen exigir condiciones muy estrictas que, ralentizan su concesión y aumentando el papeleo. Algo especialmente problemático si el profesional necesita liquidez con urgencia.

Para aprobar un préstamo para autónomos, las entidades estudian cada caso con detenimiento y suelen requerir la siguiente información:

Datos económicos: Se trata de saber si la actividad de la empresa genera los beneficios suficientes para que el trabajador pueda hacer frente al pago de la deuda en los plazos y cuotas acordados en el contrato. Para ello, le solicitarán documentos como las declaraciones trimestrales de IVA e IRPF, las últimas declaraciones de la renta o extractos bancarios de meses recientes.

En ocasiones, a las entidades financieras les interesa conocer los periodos de inactividad de los solicitantes (ya sea por enfermedad, maternidad o paternidad etc.). El hecho de que el autónomo no cuente con ingresos si no trabaja puede suponer un gran obstáculo a la hora de acceder a préstamos.

Deudas: La capacidad del autónomo para devolver el dinero no solo está condicionada por sus ingresos, sino también por sus deudas. El banco siempre procurará que el nivel de endeudamiento del solicitante no sea superior al 35% o 40% de sus beneficios.

Si el autónomo ya está pagando otros préstamos será más difícil que le concedan el crédito, y si está en una lista de morosos, como la de la ASNEF (Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito), será aún más complicado. No obstante, debe saber que es obligatorio que se nos informe de nuestra inclusión en un archivo de este tipo y que, además, resulta sencillo salir de ellos saldando la deuda y llevando a cabo un procedimiento específico.

Viabilidad de la actividad: Al ser un préstamo específico para autónomos, las entidades probablemente también le soliciten información sobre la actividad que realiza el profesional y su viabilidad como negocio, con el fin de asegurarse de que prestan dinero a un proyecto solvente que dará la ganancia necesaria para restituir la deuda sin problemas.

Teniendo en cuenta esto, es vital que, antes de poner en marcha nuestro negocio, hayamos realizado un exhaustivo estudio de mercado con el objetivo de tener muy claras nuestras debilidades y puntos fuertes y, en base a ellas, planificar cómo vamos a conseguir la rentabilidad de la nueva compañía. Y es que, presentar un proyecto bien estructurado a las entidades bancarias puede resultar muy favorable a la hora de conseguir un crédito.

Antigüedad del negocio: La confianza es uno de los factores claves cuando se solicita un préstamo. Las entidades prestamistas se muestran más abiertas a conceder un préstamo a aquellos autónomos que ya tienen un “recorrido” empresarial. El componente de la antigüedad suele ser un punto determinante a la hora de que los bancos aprueben la operación. Para comprobarlo, suelen solicitar documentos que demuestren la longevidad del negocio, por ejemplo, la licencia de apertura.

Este dato será muy importante, puesto que, si el profesional lleva muchos años dedicándose a la misma actividad con solvencia y generando beneficios, las entidades considerarán que prestarle dinero es más seguro dada su trayectoria.

Vinculación con la entidad: En algunas ocasiones podemos encontrarnos con que es más sencillo conseguir el préstamo siendo autónomo si existe una vinculación previa con el banco, es decir, si ya somos clientes. Esto implica que la entidad ya nos conoce y facilitará todo el proceso de solicitud, por ello, es probable que nos exoneren de presentar documentación extra.

Avales: los bancos no los solicitan en todos los casos, pero a veces, si el riesgo para la entidad es elevado, es probable que pidan algún tipo de garantía con la que resolver la deuda en caso de impago.

Documentación necesaria.

Para comprobar toda esta información, las entidades de crédito suelen pedir los siguientes documentos:

• Documento Nacional de identidad en vigor.

• Vida laboral que recoja los años de antigüedad del negocio.

• Justificante de ingresos: declaración de la renta de los últimos tres años, declaración del IVA trimestral y pago de la cuota de autónomo.

• Declaración trimestral de Hacienda del año en curso y situación contable del negocio.

• Documento de alta de autónomo.

• Última liquidación a la Seguridad Social.

• Resumen anual de retenciones a cuenta de IRPF.

• Extracto bancario.

• Certificado acreditativo de estar al corriente de sus obligaciones tributarias.

• Título de la propiedad: En el caso de solicitud de avales.

• Los datos de la persona que te avala: en caso de que esta situación se produzca.

• Documento que justifique la finalidad del préstamo: Plan de negocio o proyecto de reforma, por ejemplo.

Microcrédito.

En el mercado además existen otras muchas opciones de financiación que, si bien no están específicamente pensadas para los trabajadores por cuenta propia, pueden resultar interesantes para estos profesionales. Una de esas opciones son los microcréditos.

Un microcrédito es un préstamo de una pequeña cantidad que se concede a personas que necesitan liquidez de manera urgente.

Los microcréditos tienen una serie de peculiaridades que los diferencian de otros tipos de financiación. Entre ellas debemos destacar:

• Flexibilidad: Permite seleccionar la cantidad que pide, así evita pedir más dinero del que realmente necesita.

• Agilidad: Su estudio y aprobación son bastante rápidos.

• Sencillez: La mayoría de las entidades permiten la solicitud online rellenando un sencillo formulario.

• Documentación: La documentación exigida es limitada. Esto simplifica los procesos de estudio y aprobación.

• Versatilidad: Aptos para la mayoría de clientes. Los microcréditos tienen unas condiciones de aceptación más favorables que otros productos de financiación.

En contrapartida:

• Altos intereses: Debido al riesgo que asumen, las entidades suelen cobrar un interés muy elevado por este tipo de créditos.

• Bajos importes: Suele ser reducido. Son préstamos para imprevistos, por lo que su cuantía no es muy alta en comparación con otros préstamos personales.

• Breves plazos de devolución: Su duración normal oscila entre unos pocos días hasta unos meses, pero puede alargarse unos años si la entidad así lo decide.

• Elevadas penalizaciones: El retraso en el pago puede acarrear sanciones importantes.

Préstamos con garantía hipotecaria.

Si lo que necesita, por ejemplo, es financiar el local que quiere adquirir para su negocio ya estaríamos hablando de cantidades más significativas de dinero. En estos casos la opción más recomendable es optar por una hipoteca.

Los préstamos con garantía hipotecaria son créditos cuya garantía es una vivienda o propiedad (a nuestro nombre). Es decir, para poder pedir este préstamo como autónomos, deberemos tener un inmueble. Se trata de una clase de crédito que resulta especialmente útil para iniciar un negocio,

Una de sus principales ventajas es que brindan la oportunidad de conseguir grandes sumas de dinero, aunque estas variarán según la tasación del inmueble. También tienen plazos de devolución flexibles y ofrecen servicios de carencia parcial o total del capital.

Aunque depende de la entidad, lo habitual es que nos concedan el 80% del valor tasado de la propiedad y que el plazo máximo de amortización sea de 15 o 20 años. Estas hipotecas también suelen incluir productos vinculados. Esto es, la contratación de una cuenta específica.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Por regla general, tienden a tener intereses altos y suelen incluir comisiones y gastos de gestión diversos (como los de notaría, tasación, etcétera) que encarecen el precio final.

Tarjeta de crédito.

Si no necesitas pedir un préstamo de demasiado dinero, una buena alternativa pueden ser las tarjetas de crédito. Entre sus principales ventajas encontramos que:

• Permiten disponer de dinero a crédito (sin que este se encuentre necesariamente en la cuenta).

• Ofrecen modalidades de pago flexibles.

• Suelen contar con seguros, que determinan un techo de gasto, y que tienen servicios de alerta.

Según la entidad que las expida, hay tarjetas con las que incluso puede posponer el pago o fraccionarlo hasta en 18 meses. Otra ventaja de este producto es que el mercado ofrece una amplia variedad, por lo que el autónomo puede rastrear entre todas las alternativas para encontrar una con las condiciones que mejor se adapten a sus necesidades.

Líneas de crédito.

Por último y no por ello menos importante, los trabajadores por cuenta propia pueden recurrir a la contratación de líneas de crédito. Una línea de crédito es un método de financiación en el que la entidad pone a disposición de un cliente una cantidad de dinero, durante un tiempo determinado. La peculiaridad de esta vía radica en que el capital no se entrega de una sola vez (como sucede en el caso del préstamo). La persona que lo recibe lo va administrando según lo que necesite. Y, de hecho, si no necesita usarlo todo, no tiene por qué hacerlo.

El beneficiario tiene la posibilidad de tomar lo que precise en cada momento durante ese lapso, y sólo pagará intereses por el dinero utilizado. Se trata de un producto de gran flexibilidad recomendable para usuarios que tengan necesidad de fondos durante un tiempo sin saber con exactitud la cantidad o cantidades definitivas que van a utilizar.

Fuente: IIILA LEY. Consejo General de Economistas. (Ainoa Iriarte Ibargüen)

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